SPIRIT

Espiritualidad

La espiritualidad es la capacidad del hombre para comprenderse a sí mismo

Es una búsqueda para encontrar la respuesta a la pregunta: ¿quién soy, de dónde vengo, a dónde voy, en base a qué vínculos y valores puedo alcanzar el propósito de mi vida?

Gracias a la espiritualidad, el hombre es capaz de adoptar una actitud consciente y responsable hacia sí mismo, hacia los demás, hacia Dios y hacia el mundo. Sólo una persona espiritual es capaz de pensar, amar y trabajar. Un hombre desprovisto de espiritualidad está tan indefenso y en peligro como un animal desprovisto de instintos. 

¿Por qué es tan importante el desarrollo espiritual?

La espiritualidad actúa como el centro de control de la vida. Lo que las hormonas son para el cuerpo, la conciencia para la psique y la consciencia para la sensibilidad moral, la espiritualidad es para todo el hombre. Los diferentes tipos de espiritualidad (por ejemplo, la cristiana, la budista o la atea) son el resultado de una forma radicalmente diferente de entender el propio ser del hombre y el sentido de su propia existencia.

El hombre posmoderno es alguien que quiere ser rico materialmente y no espiritualmente. Las necesidades espirituales no son tan «llamativas» como las necesidades corporales o emocionales. Un niño pedirá más fácilmente a sus padres algo para comer que algo para pensar. Hoy en día, muchos adolescentes y adultos tienen incluso miedo de preguntarse quiénes son y para qué viven. Cuanto más inmadura sea una persona desde el punto de vista espiritual, más incapaz será de hacer un uso sensato de la prosperidad material, aunque la alcance. La posesión de dinero por parte de personas que carecen de profundidad espiritual es peligrosa para ellos mismos. Cuanto más ricas son estas personas desde el punto de vista material, más fácil les resulta creer que algo distinto del amor les basta para ser felices. La falta de una esfera espiritual hace que la persona intente enfrentarse a la vida en la oscuridad, o confiando en el método más peligroso para el ser humano: el ensayo y error.

Espiritualidad y corporalidad

El cuerpo no puede explicar al hombre el misterio de la vida humana, porque no sabe quiénes somos ni por qué vivimos. Sólo siente las necesidades y los impulsos físicos. Cuando domina, se convierte en una especie de cáncer que subyuga a las demás esferas de la humanidad y vive a costa de ellas. La persona que se identifica con el cuerpo se concentra excesivamente en su propia carnalidad y se somete a la dictadura del cuerpo.

La persona carnal no es capaz de pensar racionalmente, amar con madurez o trabajar con solidez. Es un esclavo de su propio cuerpo, en lugar de ser su amo y sabio guía. La espiritualidad no es la victoria del espíritu sobre el cuerpo, sino la integración de las esferas espiritual y corporal. El cuerpo sin el espíritu es poco inteligente, y el espíritu sin el cuerpo es inhumano.

La espiritualidad comienza cuando el hombre se eleva por encima de su cuerpo para preguntarse qué sentido tiene su cuerpo, y qué sentido tiene de sí mismo y de la vida que se le ha dado como un don y una tarea.

VITALVIDA

El desarrollo espiritual está en peligro cuando llamamos a la espiritualidad algo que no es

El desarrollo espiritual se ve comprometido cuando llamamos a la espiritualidad algo que no es. La sensibilidad emocional o estética, la admiración de la naturaleza o los ejercicios de concentración no son espiritualidad. Estas habilidades son necesarias y valiosas, pero no garantizan que una persona se comprenda a sí misma y el sentido de su existencia. Una amenaza radical para la espiritualidad es la falta de mente. Una persona espiritualmente vacía sucumbe a los instintos, los impulsos, las emociones o las presiones del entorno. Está convencido de que para alcanzar la felicidad basta con ser joven, bello y rico. Mientras tanto, muchos jóvenes, bellos y ricos caen en adicciones o estados suicidas, y muchos viejos, enfermos y pobres disfrutan de la vida y fortalecen a los demás.

El hombre espiritualmente maduro comprende que, puesto que es capaz de pensar y amar, no procede de la materia ignorante o del azar ciego, sino de Alguien que es aún más capaz de pensar y amar. Se da cuenta de que no puede ser feliz si satisface alguna parte de sí mismo a costa de las otras dimensiones de su humanidad. Entiende que hay que satisfacer a todo el hombre, no a su cuerpo, sus pulsiones o sus emociones. Es consciente de que no hay felicidad fácil en esta tierra, es decir, la que se consigue sin esfuerzo y disciplina, sin la ayuda de Dios y de los amigos sabios. El fruto más importante de la madurez espiritual es la capacidad de mostrar y recibir amor. El hombre espiritual sabe que la vida fuera del amor se convierte en una carga incomprensible e insoportable.

¡En un cuerpo sano, un espíritu sano!

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